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El PEBD o LDPE es un polímero termoplástico. Esto quiere decir que a temperaturas altas se vuelve flexible o maleable, derritiéndose cuando se calienta y endureciéndose al enfriarse. Como el resto de los termoplásticos, el LDPE es perfectamente reciclable y su densidad, respecto a la del HDPE, es mucho más baja por su estructura de cadenas altamente ramificadas.
Si bien el polietileno de alta densidad tiene una gran rigidez y resistencia, el punto fuerte del polietileno de baja densidad es, sin duda, su flexibilidad, pero también tiene otras cualidades como una excelente resistencia al impacto o a sustancias químicas. Hablamos de un material de color lechoso que, dependiendo de su espesor, puede llegar a ser prácticamente transparente. Esto hace que sea difícil imprimir, pintar o pegar sobre él. En cambio, este material es muy fácil de procesar.
Como es un material muy flexible, también es ideal para fabricar bolsas y sacos de plástico (tanto de supermercado como de basura) así como para la elaboración de film transparente, tanto doméstico como industrial. Otros objetos en los que podemos encontrar el polietileno de baja densidad pueden ser tuberías, juguetes, cables, envases y tapones de plástico, cartones de leche (como una de las capas aislantes), envases para detergentes, piezas de automóvil, otros productos químicos, etc.
El LDPE se procesa por los métodos de conformado, como son el moldeo por inyección y extrusión. Al fundir rápidamente con el calor, se puede moldear repetidas veces sin que sus propiedades originales se alteren demasiado, pero lo hacen. Por ello no se puede reciclar más de 6 ó 7 veces, ya que durante los distintos ciclos de reprocesado va sufriendo modificaciones.
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