En nuestro día a día, el uso de las pilas para poner en marcha ciertos electrodomésticos es bastante frecuente. Muchos de ellos funcionan con electricidad, pero todavía existen algunos con los que es imprescindible contar con ellas para su funcionamiento.
Las pilas son bastante útiles y nos facilitan enormemente muchas labores de forma diaria, pero tienen un ciclo de vida finito. ¿Sabes qué hacer con ellas una vez se agota su energía?
Resulta una obviedad decir que las pilas son contaminantes. Están fabricadas con diferentes metales, entre los que se encuentran el dióxido de manganeso, el zinc o el hierro. Por esta razón, cuando su ciclo de vida se agota pasan a ser un residuo tóxico y contaminante. Ninguno de sus componentes es biodegradable, por lo que sus efectos nocivos se pueden alargar en el tiempo durante décadas y décadas.
Para evitar esto, hoy te traemos toda la información necesaria para que su proceso de reciclaje se realice de la manera más positiva y menos perjudicial para el
planeta.
Para comenzar, todas las pilas, independientemente de su tipología o función, se pueden reciclar.
La mejor forma para ello es depositándolas en un contenedor especial para pilas. Estos se ubican en puntos concretos, normalmente en ferreterías, aunque también los habrás visto en supermercados, además de, por supuesto, en los puntos limpios señalizados como tal. Afortunadamente, su uso se está extendiendo cada vez más y ya es bastante común encontrarlos con frecuencia en otras localizaciones.
¿Y qué es lo que ocurre después? Una vez depositadas, las pilas son trasladadas a plantas de reciclaje especializadas en este tipo de materiales para separar el mercurio del resto de componentes y que, de esta manera, puedan ser recuperados y aprovechados para otros procesos de fabricación.
Como ves, el reciclaje de pilas es algo esencial si queremos continuar cuidando del planeta.
