Lleva existiendo desde 1991, cuando se convocó el primer ‘Simposio del Agua de Estocolmo’, y se ha seguido celebrando cada año desde entonces, pero no fue hasta 2001 que recibió el nombre actual.
“Las sesiones centradas en este tema considerarán cómo el agua y la gestión del agua ayudan tanto a ellos mismos como a otras personas a lograr sus objetivos: por ejemplo, en la satisfacción de las necesidades básicas, el apoyo al progreso económico, la mitigación del cambio climático, la generación de energía y mucho más. Las sesiones abordarán cómo reconciliar el rango de diferentes valoraciones y usos competitivos del agua”.
En 2010 la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció que todos los seres humanos tienen derecho al agua y su saneamiento. Entre otras cosas se resolvió que: todos los seres humanos tienen que tener entre 50 y 100 litros de agua por persona al día para uso doméstico, no superar el 3% de los costes económicos y que sea de fácil acceso (a menos de 1.000 metros del hogar, no más de 30 minutos).
Según datos aglutinados por los organismos de la Organización Mundial de la Salud, UNICEF, UNESCO, Naciones Unidas y la propia Semana del Agua en Estocolmo:
- 200 millones de personas carecen del acceso a servicios de agua potable gestionados de forma segura.
- Más de la mitad de la población mundial carece de servicios de saneamiento seguros. Este factor, unido al agua no potable, se ha convertido en la causa de muerte de más de 1.5 millones de niños al año (la mayoría de ellos menores de cinco años).
- En 2017, 2.000 millones de personas no disponían de baños o letrinas, y 673 millones aún defecaban al aire libre, lo que supone un riesgo muy alto de contaminación de las fuentes de agua.
- Casi 2.000 millones de personas dependen de centros de salud que carecen de servicios mínimos de agua.
El mundo se vacía
El insaciable cambio climático va un paso por delante. Debido a las altas temperaturas extremas, la falta de precipitaciones y la transformación del ecosistema, nuestros ríos se evaporan y la balanza de los suministros está cada vez más descompensada. La realidad ha cambiado para el mundo entero y es la gran sequía la que marca los ritmos (y va para largo, confirman los expertos).
Las consecuencias de la falta de agua en el planeta están dejando un presente muy distópico:
- Algunas regiones de Rusia podrían perder hasta la mitad de sus cosechas por la última sequía, al tiempo que se ha secado la cubierta del suelo, lo que ha derivado en tormentas de polvo, numerosos incendios y bajo rendimiento de ganadería y agricultura. Hace un par de años se produjo una pérdida masiva de ganado y cultivos de cereales y pastos.
- En China millones de habitantes de varias regiones se han quedado sin suministros de agua potable. La sequía ha llegado a tal extremo que incluso en la región de Hubei, atravesada por el Yangtsé, uno de los ríos más largos del mundo, se ha quedado casi sin reservas y, al menos, 690.000 hectáreas de tierras de cultivo han resultado dañadas. En Sichuan se han tenido que paralizar las actividades de varias empresas debido al aumento en la demanda de energía, y la incapacidad de corresponderles. Para paliar las consecuencias, han enviado vehículos generadores de emergencia. El año anterior se tradujo en apagones de diversas áreas residenciales en zona noroeste.
- El continente africano, que lleva aguantando sequías desde 1970, ha experimentado una intensificación tan extrema que el suelo de la África meridional y Sahel se han desertificado. La agricultura y la ganadería son casi imposibles de practicar de forma efectiva en el terreno, además de que la mayoría de los pozos están alarmantemente secos. La situación está derivando en hambre, pobreza, y migraciones masivas. Muy similar a la zona oriental, que lleva en sequía 18 meses, y está atrayendo la pobreza y la hambruna extremas a las zonas de Etiopía, Kenia, Somalia y Somalilandia. Y, por si fuera poco, el Lago Chad (en la frontera entre Níger, Chad, Camerún y Nigeria), que fue uno de los lagos más grandes del mundo, ahora está seco en su mayor parte.
- En América del Norte, tras un 2021 brutalmente caluroso, el oeste se encuentra ahora en una de las peores «megasequías» de los últimos años. En el verano de 2021 hubo una serie de olas de calor tan altas que eliminaron cualquier huella de humedad de los suelos, y redujeron extremadamente los embalses, por ejemplo, el río Colorado. Dicho lo cual, se procedió a recortes obligatorios de agua en varios estados, entre ellos Arizona y Nevada.
- Venezuela también está siendo arrasada. En el territorio de Guayana se ha llegado hasta el punto de reducir el sistema de bombeo de agua potable en la mayoría de las poblaciones por la reducción de las reservas hídricas.
- Europa se está evaporando rápidamente: el Támesis (Inglaterra) se ha movido 8 kilómetros río abajo por primera vez en la historia; en Francia, algunas partes del Loira se han secado casi por completo; el río Po, situado en Francia, está empezando a salinizarse por las aguas del mar Ádrico, que está haciéndose un hueco en el vacío de su anterior caudal; el río Rin de Alemania también ha sobrepasado el límite de los 40 cm según registraban en Kaub.
- En España, los embalses de las cuencas del Guadalquivir y del Guadiana están al 23% y 25% respectivamente, las más bajas de la península (la media nacional está al 39%).
El calentamiento global es la peor consecuencia de nuestras huellas y ahora las sequías se están convirtiendo en sus principales aliadas.
Permaneceremos atentos a las conclusiones que nos lleguen de Estocolmo en estos días.