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La economía circular es un tema que está muy presente en la actualidad. La producción y el consumo están evolucionando, atendiendo a las necesidades del planeta y del medio ambiente. La finalidad es que, cuando un producto llegue al final de su vida “útil”, pueda seguir aprovechándose (o, al menos, parte de sus materiales).
Uno de los protagonistas en esta redirección del mercado es el sector agroalimentario, siempre llevando por bandera las 3 erres: reducir, reutilizar y reciclar. Esto da lugar a lo que se conoce con el nombre de alimentación circular.
Para que esto se lleve a cabo, tiene que involucrarse toda la cadena de abastecimiento, aplicando una producción más eficaz que suponga un menor coste energético y la reducción de la huella de carbono. Además, hay tener en cuenta el diseño ecológico para envases y fábricas, aumentando su implementación todo lo posible y reducir el desperdicio alimentario.
Aunque es verdad que las industrias tienen un papel muy importante en esto, es un reto que nos corresponde a todos. Al final, somos nosotros los que decidimos qué sí, qué no, dónde sí y dónde no consumimos.
Para los que quizás no saben cómo empezar a contribuir en esto, aquí os dejamos 4 pequeños cambios que van a marcar la diferencia en la trayectoria que va a seguir el planeta y el medioambiente:
Comercio local y kilómetro cero
Al dejarnos llevar por la globalización y pasar a un segundo plano los productos de proximidad o los que están fuera de temporada, contribuimos a dejar una huella de carbono más grande a causa del transporte y la contaminación que este provoca. Tengamos en cuenta esto para acercarnos a la alimentación circular.
Lo mejor es siempre apostar por el comercio local que, además de ser mucho mejor para el medioambiente, son productos más frescos y contribuyen con la economía de los pequeños comercios.
La ecoeficiencia en la producción
Tenemos cantidad de recursos naturales a nuestro alcance con los que producir energía y parece que, por fin, les estamos empezando a dar la importancia que merecen.
La luz del sol, el viento o el agua son claros ejemplos de herramientas de las que disponemos para conseguir lo mismo que con las energías no renovables, aprovechando los recursos naturales de forma más respetuosa con el medioambiente…
Aplicado al sector alimenticio, existe, por ejemplo, con la agro-voltaica. A través de paneles solares en los campos de cultivo se produce energía para sistemas como el riego. Otro recurso son los biocombustibles, que nos permiten obtener biogás o carbón vegetal a partir de residuos orgánicos.
El ecodiseño
Se trata de una serie de parámetros para mejorar, a través de los avances tecnológicos, el impacto medioambiental. Por ejemplo: aislantes térmicos y de humedad en los almacenes post cosecha o circuitos de filtrado y recuperación de aguas residuales para sacarle más provecho.
También, a nivel de conservación de alimentos, ya hay envasados eficientes, por ejemplos los envases isotérmicos. Gracias a ellos se reduce el uso de materia prima y los alimentos aumentan el tiempo de vida útil hasta la caducidad.
Consumidores activos y concienciación
¿Eres consumidor activo o pasivo? Como ya hemos dicho, nosotros también tenemos poder sobre las empresas y su forma de actuar y tenemos que usarlo para mejorar el planeta.
Cada vez más se da el perfil de consumidor activo: que rechaza los embalajes de plástico, fomenta el uso de bolsas reutilizables y la venta a granel. Una buena práctica es consumir productos de temporada.
La conclusión es que tenemos que reeducarnos como sociedad, paso a paso, intentar hacer las cosas mejor. Que el planeta depende de nosotros, pero más nosotros de él, así que vamos a cuidarlo, que ¡entre todos podemos hacerlo!
No olvides los consejos sobre la alimentación circular para aplicarlos en tu día a día y recuerda que con la llegada del contenedor marrón, los restos de alimentos tienen nueva casa.